¡Al ladrón!

El pasado jueves 26 de abril se celebró el Día Mundial de la Propiedad Intelectual. Una fecha señalada en la que se pretende dar a conocer la importancia y la función que desempeñan los derechos de la propiedad intelectual en el fomento de la innovación y la creatividad.

Suena muy bien, pero ¿basta con marcar en rojo el calendario o quizás no hacen las autoridades internacionales todo cuanto está en sus manos para luchar contra aquellos que no respetan los derechos de cualquier creador? ¿Y qué hace la sociedad? Y en el caso de los creadores, ¿luchan con todas sus armas contra la lacra del pirateo, los plagios y demás actividades ilegales? Unas ilegalidades que, aseguran, genera miles de millones de pérdidas de cualquier moneda a las grandes compañías, que envía al desempleo a cientos de miles de trabajadores y que asesina la ilusión de cualquier autor.

Con el siguiente documento, me bastará con que tú te plantees al final de la lectura si estás haciendo cuanto está a tu alcance para conservar y respetar cualquier forma de cultura. Y es que no debemos olvidar que cuando un autor abandona su actividad creativa, desanimado en su lucha diaria contra todo y contra todos (incluyéndose a sí mismo entre sus "obstáculos"), la cultura habrá perdido un potencial creador de una obra de arte.

Comencemos pues echando un ojo a los fríos números y luego analizaremos la situación actual desde un punto de vista global y lo más neutral posible.

Según asegura una noticia publicada hace un año en ElSemanalDigital.com, el 90% de los contenidos digitales que se consumen en España son descargas ilegales. Las cifras a nivel mundial no son demasiado diferentes, por lo que nos encontramos ante unas estadísticas que merecen, cuanto menos, ser tenidas muy en cuenta, a tenor de la abrumadora mayoría de ilegalidades. Extrapolando esos datos y dando por sentado que se mantengan a día de hoy (un encabezado de la noticia sostiene que la cifra sigue aumentando), podríamos asegurar, sin errar por mucha diferencia, que 9 de cada 10 personas que leerán este artículo consumen contenido ilegal. O, siendo más riguroso, podría decirse que 9 de cada 10 contenidos digitales que consumen los lectores de esta noticia es robado. ¡Sí, robado! Estemos o no de acuerdo con la libre circulación de la cultura, como suelen defender los amigos de lo ajeno, una descarga ilegal es un robo tipificado en la mayoría de códigos penales de cualquier país del mundo.

Generalizando alegremente, ¿tan delincuentes somos los españoles, comparados con el resto del mundo? La respuesta es no. Resulta que las estadísticas del pirateo en España son bastante similares a las que se aprecian en el mundo hispano. ¿Es algo entonces relacionado con el idioma? Sí y no. Me explico: teniendo en cuenta que el castellano es uno de los lenguajes más hablados en el mundo, resulta evidente pensar que el número de descargas (legales e ilegales) sea mayor que en el mundo neerlandés. No obstante, los porcentajes sí que indican que algo no funciona en la protección de los derechos de obras destinadas a los hispano parlantes. Las causas son diversas y dan pie al inicio de otro debate largo, así que me limitaré a tener en cuenta 2 que, a mi juicio, resultan bastante aclaratorias de por qué piratea más un hispano que, por ejemplo, un anglosajón.

  • Economía: según la lista de ciudadanos más ricos del mundo publicada en febrero por el Fondo Monetario Internacional y de la cual se hace eco HispanTV, no aparece ningún país de habla hispana entre los 20 primeros. Sí pueden apreciarse por ejemplo a países anglosajones como Irlanda, EEUU o Australia.
  • Legislación: las autoridades y compañías del mundo hispano no están tomando las medidas oportunas para paliar los efectos de la piratería.
Pero centrémonos en España. Hace bien poco que hemos podido asistir a la promesa del Gobierno de bajar algunos impuestos. No pocas veces aseguran miembros de la cúpula política nacional que España es uno de los países industrializados en los que menos impuestos se pagan. Olvidan, en cambio, que también somos uno de los que abona salarios más bajos a sus empleados. Pero tampoco quiero centrarme en cuestiones que levanten ampollas entre las diferentes corrientes ideológicas. Independientemente del poder adquisitivo actual del español, de la merma experimentada durante la crisis económica, agravada (según los expertos en Economía) por la política de recortes y por una cuestionable reforma laboral, quiero centrarme en los tipos impositivos que el Gobierno actual aplica a la cultura y a las medidas tomadas para cercar al pirateo.

En el caso del cine, por ejemplo, LaSexta.com asegura en una noticia de octubre que, a causa de la subida del IVA al 21%, se cerraron más de 400 salas. A pesar de la oposición del Gobierno, puede apreciarse claramente dicha merma entre 2.012 y 2.015 en la tabla perteneciente a un informe de Pricewaterhouse que se puede apreciar en la noticia antes mencionada. No podemos dejarnos llevar por los números y atribuir a los impuestos la totalidad de la sangría. Sin embargo, parece evidente que la llegada del nuevo Ejecutivo en diciembre de 2.011 y su política impositiva han tenido un impacto bastante negativo para la Industria del Cine en España. Sobre todo, teniendo en cuenta que no se aprecian otros motivos dignos de resaltar. Por suerte, el Ministro de Hacienda anunció en marzo la bajada del IVA hasta el 10%, aunque tendremos que esperar un tiempo para poder apreciar los efectos que puedan asociarse a dicha medida.

En lo que se refiere a la música, ya conocemos las amargas quejas de las sociedades de autores y las medidas tomadas por los diferentes Gobiernos, principalmente en lo relativo al conocido como canon digital. Un impuesto del que, supuestamente, se beneficiaba sólo una parte de los artistas musicales españoles. Tras el escándalo ocurrido en torno a la SGAE, el canon fue quedando un poco en el olvido, a lo cual ayudó, quizás, la bajada de impuestos a los espectáculos en vivo aplicada por el Gobierno en 2.017. Sobre el efecto de dicha reducción informó ElMundo.es hace poco más de un mes, destacando el 20% de subida de la facturación anunciada por la Asociación de Promotores Musicales en su Anuario de la Música en Vivo. Vuelve a ser "sospechosa", cuanto menos, la relación causa-efecto de los impuestos sobre la cultura.

Y ha llegado el momento de centrarnos en la "hermana fea" de la "familia cultural", pese a ser la más importante de todas desde tiempos inmemoriales: la literatura.
¿Qué IVA se aplica a los libros? Un 4% a los libros físicos y un 21% a los libros electrónicos.
La primera impresión puede llevarnos a pensar que es una salvajada el impuesto aplicado a los libros digitales. Cualquiera podría llegar a la conclusión de que los libros físicos saldrían beneficiados con una diferencia impositiva tan importante. No es así, sin embargo, debido principalmente a la irrupción del libro electrónico en un mercado monopolizado desde siempre por el único formato existente hasta hace unos años. El digital tributa más, aunque el bajo coste de producción incide en el precio final, lo cual está repercutiendo en el continuo crecimiento de las ventas. El libro físico, por tanto, ha recibido en los últimos años el azote de su "hermano digital" y de la piratería.
Y si es tan barato, ¿por qué no cesa el aumento de las descargas ilegales? Porque es una tentación muy grande tener tan accesible la palabra "gratis". Ilegal, pero gratis, al fin y al cabo. Teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de libros físicos tienen su clon digital, la puerta a la ilegalidad permanece abierta para ellos.
A pesar de que la Justicia española dejó de ser tan laxa desde el 5 de enero de 2.015, nuestro país sigue siendo un auténtico paraíso para los amigos de lo ajeno. No por ello debemos culpar en exclusiva a nuestro sistema legislativo, ya que resulta muy complicado "poner puertas al campo". Los hackers son expertos en su especialidad, por lo que no tardan en crear nuevas páginas webs en cuanto las autoridades les cierran cualquiera. En la inmensa mayoría de casos, son alojadas en servidores situados en países con unas leyes más permisivas incluso que las nuestras.
El País aseveraba hace 3 años que se estaban perdiendo 2 librerías al día en España. Un dato escandaloso, atendiendo a las menos de 4.000 que quedaban por entonces. Incluso añadía a la noticia la escalofriante cifra de 163 millones de euros de pérdidas. Un panorama desolador, a simple vista...

Pero, ¿puede probarse de forma rigurosa la relación causa-efecto? En el caso de los libros, me atrevería a asegurar que resulta prácticamente imposible cuantificar las pérdidas atribuibles a la aparición del libro electrónico o a la piratería. Entre otros motivos, cabe resaltar la opacidad con la que operan los gigantes tecnológicos como Google o el que acapara una gran parte de las ventas digitales: Amazon. No obstante, algunas organizaciones y estamentos se esfuerzan en intentar valorar los efectos del mercado digital ilegal. Y, para mayor sorpresa de la Comisión Europea que encargó un estudio a la empresa holandesa Ecory, no está probado el impacto negativo de la piratería sobre libros, películas, etc. Según parece, la Unión Europea trató incluso de ocultar unos datos que no eran de su agrado, tal y como aseguró El Mundo en la noticia a la cual me remito. Pero el asunto no queda ahí, ya que el estudio refleja la posibilidad de que, además, la piratería podría favorecer un incremento en las ventas de videojuegos. Merece la pena, como poco, valorar el alcance, tanto positivo como negativo, que dicho informe atribuye a las descargas ilegales.

Pocas conclusiones hemos podido extraer entonces, llegados a este punto, a excepción del hecho incuestionable de que estamos rodeados de ladrones. Puede que hasta tú o yo lo seamos. Quién esté libre de pecado...

Un libro digital de una autora súperventas por 10€, la nueva peli de Spielberg por 8€ en el cine o el nuevo disco de Alejandro Sanz por 15 "pavos". Demasiado, quizás, para un ciudadano del 2º país con mayor tasa de paro de Europa. El mismo en el que el salario del 20% de los trabajadores no llega a 1.000€. El 10% de los trabajadores apenas supera los 700€, según la noticia publicada en 20minutos.es.
Entonces, ¿justifican estos datos el pirateo? Nunca, pero lo favorece. El poder adquisitivo, los altos impuestos, la facilidad para acceder a contenidos ilegales, la docilidad del Sistema legislativo...
Todo parece estar en contra de las Industrias asociadas a la creación de cultura, en contra del creador de cultura. ¿Y qué hacen estos por intentar proteger sus derechos intelectuales? Interesante pregunta, a la cual intentaremos responder en el siguiente párrafo.

Ya hemos podido ver que los Gobiernos, salvo excepciones, no ponen todo su empeño en proteger la Cultura. Tampoco aparenta estar demasiado centrada en conseguir algo la Unión Europea, cuando un simple estudio la desvía de lo realmente importante: quien roba es un ladrón y debe ser castigado.
Las asociaciones de autores las dejamos aparte, porque siguen más preocupadas de conocer el alcance de las ilegalidades cometidas, supuestamente, por sus antiguos gestores. Tampoco es que importe mucho a tantísimos humildes creadores indies como existen que la SGAE pueda conseguir "limosnas" para parte de sus asociados (me cuentan que el pastel se lo reparten 4 prestigiosos autores, que dejan migajas para el resto).
En cuanto a los gigantes de la Tecnología, me consta que Google Play ha sido desde siempre un auténtico chollo para los sinvergüenzas, llegando incluso a permitir que se plagien y comercialicen obras protegidas bajo derechos de autor. Y en cuanto al vanguardista Amazon, en lo que se refiere al comercio electrónico, tampoco es que se tomen muy en serio el asunto. No se molestan en investigar fórmulas o formatos que detengan esta sangría. Aparentan importarles poco, a pesar de que la inmensa mayoría de hackers se sirven de sus kindles para copiar y humillar la Cultura que tantos millones les está reportando. A la compañía de Jeff Bezos le resulta más interesante tener contentos con veloces entregas a quienes compran productos en su mercado online, mejorar la ingeniería fiscal que le permite pagar menos impuestos que tú, abrir nuevas líneas de negocio para acaparar cualquier mercado, o incluso "tontear" investigando la manera de mejorar un pedazo de robot pilotado, similar al de la película Avatar...
Las empresas, en general, aprovechan las bajadas de impuestos para aumentar sus beneficios, según Público.
Las editoriales tampoco demuestran estar muy preocupadas en luchar contra la piratería, más allá de las quejas de algun@s editor@s que pueden presenciarse en las redes sociales. Alguna editorial importante, incluso, hacía la vista gorda hasta hace bien poco cuando sus autor@s compartían sus flamantes book-tráilers, promocionando sus novelas con música e imágenes piratas.
Y, precisamente, esta cuestionable actitud me sirve para enlazar con el principal productor de cultura: el/la autor/a. ¿Qué hacemos l@s creador@s para proteger la cultura? Y pregunto en general, pues no parece muy ético quejarse amargamente en Facebook de cuánto daño te hace el ladrón que copia o comparte y el que no gasta un céntimo en comprar tus libros, cuando luego vas tú y robas música e imágenes. ¿Cuántas veces habréis visto a cualquier autor/a promocionando su novela utilizando, de forma ilegal, la imagen de cualquier actor o de alguna top model. ¿Así pretendemos acabar con la piratería, vendiendo novelas que promocionamos mientras robamos?

Como dije bastante más arriba, resulta muy sencillo apoderarse de algo que tenemos al alcance de la mano. Personalmente, hace ya tiempo que me senté a reflexionar sobre esto que comento. Cuando comencé a publicar novelas, ni siquiera me planteaba si era o no legal valerme de una foto del Gandy y asegurar que era "mi" Samuel. No, ya no. Tarde, pero me he dado cuenta de que no puedo pensar una cosa y gritar otra. Los cimientos de un edificio se construyen en el suelo, no en el ático. No puedo esperar que un partido político, del cual se van bajando ladrones de comisiones ilegales o de perfumes del Lidl, me proteja contra gente tan despreciable... como yo. Lo sé; hay ladrones y ladrones, del mismo modo que también tengo presente que aún existen personas (pocas) que no se han aprovechado de la accesibilidad del producto ilegal. Este artículo no va dirigido a ellos, ni a los Amazon, Planeta, Ramoncín o Montoro. Esta reflexión apunta a ti y a mí, a nosotros, los principales productores y consumidores de cultura. De nosotros depende que este mundo viciado cambie el oscuro color de su jardín desde las raíces y consiga recuperar el brillante verde esperanza que siempre tuvo. Porque la Cultura lo representa todo, incluyendo nuestra Historia y nuestra esperanza de futuro.

De nada sirve que no tengas los santos cojones de entrar en Carrefour y robar un libro físico porque "la Cultura debe ser gratuita" y luego lo hagas desde el anonimato de tu pc o tu teléfono móvil. La principal herramienta para luchar contra la piratería es la concienciación. Ya luego podremos experimentar con un sinfín de medidas, creando grupos de lucha contra los ladrones o para fomentar cambios legislativos, e incluso probar la eficiencia de la lectura online, como ya experimentó con éxito el mundo de los videojuegos (opciones sólo disponibles online).

A ti, compañer@ creador, me gustaría pedirte para concluir este artículo, de forma personalizada, que hagas uso de ese arma tan poderosa que, dicen, la naturaleza nos ha regalado: el don de la palabra. Aprovecha cualquier hueco en alguna historia para intentar concienciar. No "malgastes" todo tu tiempo en alguna mesa redonda procurando conseguir una venta más, ya que puede que estés perdiendo el doble por no hablar de lo ilegales e inmorales que resultan ser las descargas fraudulentas. No te limites a promocionar tus novelas en las RRSS y recuerda que mucha gente, niñ@s incluso, dan bastante valor a los valores que fomentamos en nuestra cotidiana relación con ell@s. Sírvete de la Cultura para proteger la Cultura.

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